Estamos en un momento humano donde "el amor" necesita ser vivido desde un canal expresivo más auténtico, ya no, desde nuestras carencias. La tarea es aprender a "compartirnos" desde nuestra completud, sabiendo que damos y recibimos a la vez como un binomio irrefutable y permanente.
Es necesario desmitificar aquello de:
"te amo porque te necesito"
"sin vos me muero"
No es real que me completo con el otro. Todo vínculo supone la presencia de dos, cuanto mas integrados sean estos dos individuos, mejor perspectiva tienen de establecer un contacto nutritivo y real.
En todo vínculo se establece una suerte de danza donde por su puesto intervienen ambos. El vínculo me puede proponer una oportunidad para seguir adueñándome y enterándome de Mí, la idea es que yo pueda y quiera, hacerme cargo de mis respuestas, en cambio de caer en la justificación y/o reacciones defensivas.
En la medida que me tope con mis propias carencias, en cambio de reclamarle a otros lo que yo mismo no me doy o creo que no soy, me potentizo, me amplio y por su puesto crezco. Creo que es imposible reconocer el amor autentico, sin antes cubrir y sanear, por mi mismo estos agujeros, en cambio de querer conseguirlo de manera inadecuada y frustrante.
Basta de entablar encuentros irreales, irracionales y neuróticos que tantos se alejan de lo que verdaderamente propone la energía amorosa.
Debajo de cualquier vínculo (pareja, padres, hijos, amigos, colegas) cada uno con sus intensidades y formas particulares, se halla el desafío de aprender el amor, esa energía básica que nos motoriza a todos. Solo nosotros somos los verdaderos encargados de Rescatarnos, dejemos de pedir al Otro que nos dé, eso que esta en Mí, si me animo a encontrarlo.
"El adulto no es ese personaje serio y aburrido que mantiene una forma de estabilidad a veces inconsistente, es aquel que es capaz primero de Cuidarse, divertirse, adueñarse de si mismo y nunca dejar de sorprenderse, para luego aventurarse en el camino del amor y el encuentro con otros".
Lic. Rosana Noce.